¿Fue importante para ti conocer a la doctora María Belón?
La imaginación es un instrumento muy poderoso, pero yo era incapaz de imaginarme cómo sería vivir un tsunami y, además, sin saber si mi familia había sobrevivido. De ahí que para mí era crucial conocer a María, y cuando nos reunimos, fue un momento muy fuerte.
¿Qué hicieron?
Nos sentamos una frente a la otra y nos tomamos las manos, fue un momento poderoso. María es una mujer muy expresiva.
¿Dónde filmaron?
Mucho en Alicante, España, en estanques de agua especialmente construidos para el rodaje, y luego nos trasladamos a Tailandia. La familia de María nos visitó allí. Una escena importante fue una en la cual ancianas tailandesas me visten después de encontrarme casi muerta. En la historia soy tremendamente maternal, pero en esta escena soy una niñita desamparada; las ancianas me cuidan y pasan a ser mis madres. María estaba en el set y, entre escenas, me tomó la mano. Fue cuando todas mis emociones y las de ella salieron a la superficie. En ese instante sentí que podría contar la historia tal como ella la vivió.
Se nota que admiras a María.
¡Por supuesto! Luchó muy duro y asumió lo peor. Ella es una inspiración, una mujer heroica y me encanta que contara su historia. Aunque estos eventos son terribles, tienen un efecto limpiador, ya que nos unimos como seres humanos, lo que es muy importante.
¿Has pasado por algún desastre natural?
Estuve en el terremoto de 1994 en Los Angeles; pero nada parecido a esto.
¿Te recuerda el atentado a las Torres Gemelas?
Estuve en Nueva York para esa tragedia y creo que todos nos unimos después de ser testigos del ataque terrorista. En ese momento nadie era más importante que otro, todos querían ayudar. Nueva York es un lugar duro, la gente no mira a las otras personas... Pero con las tragedias todo cambia, nos unimos.
¿Ocurrió algo peligroso mientras filmaban?
Una noche, cuando estábamos trabajando en Bangkok, hubo una alerta de tsunami y yo había dejado a mis hijos en Phukett porque sólo teníamos una escena. Fue muy aterrador.
¿Cómo te afectó “Lo imposible” física y emocionalmente?
Pasamos un mes filmando en el agua y eso es lo más difícil que existe. Fue agotador, tragué litros de agua y no podía elegir qué hacer. Emocionalmente fue muy difícil escuchar a los sobrevivientes, sus recuerdos; forzados a dejar ir a sus hijos para no verlos más... Cuando vi la película, hasta se me olvidó que yo era la protagonista.
De sobreviviente a princesa
¿Qué nos puedes contar de tu película sobre la princesa Diana?
No voy a divulgar demasiado, porque tendremos mucho de qué hablar cuando se estrene. Algunas personas han comentado que soy valiente por interpretar ese papel, lo que me resulta extraño. La valiente fue Diana. Una mujer maravillosa con muchas penas.
¿Es difícil recrear para el cine a mujeres de la vida real?
Es más fácil que crear un personaje ficticio. Es fabuloso encarnar a la princesa Diana, una mujer que todos creen conocer bien; a María en “Lo imposible”, a la espía Valerie Plame Wilson. Es importante reunir toda la información posible y encontrar su versión de lo que ellas vivieron. Pero a final de cuentas, debes contar la historia guiándote por tu propio instinto y no entramparte en hacer una imitación o mímica. Debe ser tu propia interpretación.
Siendo una actriz súper ocupada, ¿cómo te organizas?
Me encanta hacer listas (risas) con lápiz y papel, no las escribo en mi celular. Puede que mi vida sea caótica, pero lo bueno de ser actor, es que hay períodos en que no trabajamos. Este año hice dos películas fuera de Nueva York, lo que no me gusta generalmente y en especial ahora en que los niños están comenzando el colegio.
No, pero es como si lo estuviéramos. Mi visión frente al matrimonio ha cambiado. Mis padres se divorciaron cuando yo era pequeña, por lo que durante mucho tiempo estuve en contra de la institución. Ahora no sé. Pero realmente me siento casada, aunque no tengamos el certificado.
¿Cómo lo hacen para trabajar teniendo dos niños pequeños?
Tratamos de turnarnos. Sólo hemos trabajado ambos a la vez durante dos semanas, y en una sola oportunidad. Por suerte los niños son chicos, por lo que pueden perder algunos días del jardín infantil. Además, aprenden en los viajes, como ahora en Tailandia. Se subieron a elefantes, encontraban sapos y culebras en sus zapatos, vivieron aventuras que nunca olvidarán. Cuando entren al jardín infantil deberemos quedarnos más tiempo en un mismo lugar. Pero siempre estaremos regresando a Australia, por lo menos una vez al año, porque son mis raíces. Ese país es parte de mí.
Sabemos que Liev Schreiber es un gran intelectual….
Sí, su mente es brillante y lo admiro. La primera conexión que tuve con él fue por su trabajo, me impresionó; y luego nos contactamos por su gran sentido de humor, lo que denota inteligencia. Es muy culto y sofisticado.
¿Se aconsejan sobre qué proyectos aceptar?
Conversamos y yo le pido su opinión acerca de los guiones que leo, y viceversa. Es la primera persona con la cual comparto un proyecto, porque Liev tiene muy buen gusto y es muy inteligente.
¿Cómo son tus hijos?
El mayor se llama Alexander Peter, pero lo apodamos Sasha; Alexander por el papá de Liev y Peter por mi papá. El menor se llama Samuel Kai. Siempre quise ser mamá, estuve pensando acerca de ser madre por mucho tiempo y finalmente llegaron mis hijos. Me encantó amamantarlos, me sentí totalmente conectada a ellos.
Teniendo religiones diferentes, ¿cómo los criarán?
Bueno, todo es una negociación. Venimos de raíces distintas y para Liev su religión es importante. No es que sea religioso, pero le importa la tradición de ser judío. Y criar a nuestros hijos con buenos valores, es importante para ambos. Pero no me voy a convertir, ni nada por el estilo.
¿Te molestan los paparazzi?
Sólo cuando estaba embarazada y los niños estaban recién nacidos. Pero la mayoría del tiempo, puedo circular como cualquier persona, no me reconocen. Mi vida no ha cambiado demasiado.
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